sábado, 8 de octubre de 2011

¿El secreto de Napoleón?

Jorge Ramos.-
Una empresa es un proyecto, una tarea en común en la que intervienen el capital y el trabajo como factores de producción. Esta es al menos una de las principales acepciones recogidas por el diccionario. Una empresa es también un trabajo en común, una acción o tarea que entraña esfuerzo y trabajo con un común objetivo, por medio de un trabajo protagonizado por personas, ya que desde el cargo de presidente ejecutivo hasta el puesto más bajo del escalafón están ocupados por personas. Es una verdad de Perogrullo, ciertamente, pero la olvidamos a diario, y olvidamos que esta verdad nos lleva a una conclusión: el principal capital de una empresa es el capital humano. Una empresa no es una entelequia y sin personas no puede existir. Y si las personas no se sienten a gusto en la empresa, está condenada al fracaso.

Ninguna empresa puede obtener el éxito si las personas que la forman no creen en el proyecto. Y aquí entra en juego la implicación de los trabajadores en los objetivos empresariales y entra en juego también otra serie de prácticas de creciente introducción en la empresa moderna: la conciliación familiar, la comunicación interna, el coaching y la eliminación de los compartimentos estancos.

Cuentan que uno de los secretos de Napoleón para el éxito en sus batallas consistía en que todos sus soldados conociesen de antemano cuáles eran los planes de batalla. De este modo, si recibían órdenes de retirada sabían previamente que podrían recibirlas porque el plan incluía atraer al enemigo a una trampa. Sus soldados participaban así en la empresa y no se sentían meros comparsas. Napoleón estaba implantando con éxito, y con más de 200 años de anticipación, la comunicación interna y el trabajo en equipo, practicaba el “coaching” y creaba empresa, demostrando que la diferencia entre un “jefe” y un “líder” estriba precisamente en la existencia o ausencia de esa capacidad de dirigir en vez de mandar. La implicación crea equipo y el trabajo en equipo lleva al éxito. “Todos mis soldados llevan en su mochila un bastón de mariscal….”, afirmaba Napoleón…

 En este punto abordamos otra cuestión clave, la comunicación, tanto interna como externa. Hasta el último trabajador debe saber cómo va la empresa y sentir que gracias a su trabajo la empresa prospera. Mediante el “coaching”, una práctica de todavía reciente introducción en el mundo empresarial español, se propicia una mayor comunicación y una conciencia de equipo. Pero además debe existir comunicación, porque una empresa que no comunica no existe. Y para que exista comunicación no puede haber compartimentos estancos. En un buque todos son necesarios y nadie puede desentenderse. Si la máquina echa humo, no vale decir que el problema no afecta al piloto, aunque el piloto y el jefe de máquinas estén enemistados, porque si el barco se hunde se hundirán ambos con el buque. ¿Apostaremos por el capital humano?

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