martes, 4 de octubre de 2011

Hoy no voy a hablar de crisis ni de recesión,...

Jorge Ramos
¿Pero bueno, otra vez? ¡No! No se preocupe, estimado lector, en esta ocasión no voy a volver a hablar de la crisis económica mundial ni de la recesión. Simplemente hablaré de algo que ha pasado y que está pasando, en la casi totalidad de los países industrializados.

Porque la historia son ciclos que se repiten y porque aquellos que desconocen su historia corren el riesgo de repetirla. Ocurrió y ocurre que muchas empresas y muchos empresarios optaron, sobre todo en Estados Unidos, por el camino fácil, por la denominada cultura del pelotazo, por la filosofía del todo vale y por aquello de que el fin justifica los medios. Ocurrió que algunos ¿profesionales de la banca? aplicaron todos estos ¿valores humanos? en sus respectivas actividades. Era la época de la bonanza y de...

Era la época de las bonanzas, de las vacas gordas, de la expansión y el crecimiento de las burbujas.

No importaba realmente si se estaban construyendo más viviendas de las que podían venderse, no importaba si se concedían créditos sin garantías reales, no importaba el riesgo, no importaba nada, porque todo iba bien, porque se hacía caja, y todos parecían contentos. No importaba si el consumo parecía ser un monstruo que todo lo fagocitaba. No importaba la realidad porque el sueño, la ficción, eran más interesantes mientras que se hiciese caja, y además, repito, era la fase expansiva. Pero cambió el ciclo, como las mareas, como el día y la noche, como en nuestra propia vida, como en todo lo sujeto a cambio. Y de repente todos esos ¿profesionales? se encontraron con una ¿inesperada? sorpresa: ya no estábamos en fase expansiva y había comenzado la fase de contracción.

Algunos aplicaron aquello de “coge el dinero y corre”. Otros se asustaron. Otros pidieron ayuda. Otros sacaron de los cajones expedientes de regulación de empleo que tenían guardados por falta de justificación para aplicarlos. Y el pánico cundió y se demostró, una vez más que todos los países dependen unos de otros, y que todos dependemos, en mayor o menor grado. El mal hacer de unos pocos perjudicó a muchos. Afortunadamente, hubo y hay muchos profesionales con experiencia y sentido común que supieron diversificar a tiempo, que supieron no poner todos los huevos en la misma cesta, que supieron hacer unos cimientos sólidos para sus empresas en vez de construir castillos de oro en el aire, que supieron mantener la calma, seguir trabajando, innovando, colaborando, creando, en síntesis haciendo empresa. Y éstos, estos últimos empresarios, que son muchos más que esos pseudoprofesionales, son los que están levantando la economía.

Sus nombres no salen en la prensa en grandes titulares, pero su actitud profesional está marcando el camino. Han apostado por el presente y el futuro. Aplican la “Resiliencia”. Y ¿qué es eso de la resiliencia? Los expertos definen este concepto de forma muy sencilla: “Resiliencia es la capacidad de construir en la adversidad y sobrevivir a la misma. En un mundo en crisis, esta habilidad es la clave para garantizar la supervivencia de los negocios, de la estabilidad financiera y la cordura psicológica.”

Como habrán podido comprobar, he cumplido mi compromiso y no he hablado de crisis económica ni de recesión, solo he hablado de profesionalidad! y de buena gestión empresarial… ¿O nó?

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